domingo, 13 de marzo de 2022

Exorcismo

 El caso de Angela Murchison, la profesora de inglés de la localidad  de Puerto Tirol, a quien el cura párroco local acusó de entregarse a rituales demoníacos en el cementerio de la localidad. 

La profesora, madre de familia y esposa ejemplar, sin ningún motivo ni explicación  de pronto empezó a circular por antros de dudosa fama en los que se vinculaba a jóvenes y  adolescentes a los que seducía para someterlos a torturas sexuales en el cementerio local ...

miércoles, 14 de julio de 2010

jueves, 31 de diciembre de 2009

Afuera

Una pequeña ciudad de cactus se alza como rascacielos desde sus macetas.
Pastos de laguna atrapados en cubos de cemento y rubras espigas  que vuelan entre las rejas.  Ráfagas de aire fresco renuevan el adentro.
Platea de recitales lejanos y aviones que surcan el firmamento.  La voz metálica del tren que pasa dejando su sismo ferroviario, fugaz y tembloroso.
Métafora del jardín ausente.  Afuera con sabor a poco,  que más alla del férreo limite de barrotes ordenados, se extiende en el horizonte con  tejados hasta el infinito.





Fotos: Fio Debernardi

sábado, 26 de diciembre de 2009

Alice in Wonderland

viernes, 13 de noviembre de 2009

Escribir es como hacer pan

Para hacer un  buen pan hay que mezclar la masa en un bol. No se mezcla todo de una,  sino que se pone primero el agua, con un poco de sal, la levadura  y algo de la harina.
Al principio es una mezcla casi líquida, chirle. A medida que le vas agregando harina, va tomando consistencia hasta transformarse en una masa compacta pero flexible. Esto último hace que esté destinada a cambiar.
Por eso hay que hacerla levar, que consiste en dejarla un tiempo quieta, a resguardo del frío, en un lugar medianamente cálido. Prácticamente te olvidas que existe. Te pones hacer otras cosas. Al cabo de un tiempo, solita la masa aumentó dos o tres veces su volumen. Creció.
Cuando está lo suficiente crecida, la volvés  a amasar, la recortas diviediéndola en distintos bollos. Le das forma, a veces te salen todos parecidos, otras muy distintos. Les agregas semillas y condimentos. Unos son alargados,  otros mas redondos y pequeños.
Así, ya con la forma que van a tener definitivamente, los volvés a dejar que leven. otra vez te retirás, tomás distancia de la obra y esperás. Ya sabés, porque tenés la experiencia reciente,  que sola, al abrigo del paño con que la tapaste y lejos de tu hacer, la obra crece.
Nuevamente, aumentó su volumen . Con ello, se completó la forma. Ya es casi pan, se parece al pan. Sólo falta hornearlo: Media hora con el horno a 200 ºc.

martes, 10 de noviembre de 2009

20 años de Libertad

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El Muro II

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El Muro

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sábado, 7 de noviembre de 2009

Absolución

Absuelto..., como D´elía.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Pececitos de colores vas a ver....


Canción de la Vida Profunda

CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA                                                   
                                                                                                 Porfirio Barba Jacob
                                                                                     Poeta Colombiano (1883 - 1942)
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...


Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en Abril el campo, que tiembla de pasión;
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal;
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer;
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar:
el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver;
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!



http://www.los-poetas.com
Federico Arata dijo...


Esta poesía es muy linda. Como dice su título es realmente profunda.
Por momentos parece medio bipolar, pero también es un canto a la esperanza.
A mi me suena a esos días en los que no sabemos por qué el bajón nos invade, o todo nos sale mal, o nada nos conforma. Días que pueden ser más largos o más cortos pero que siempre terminan para que empiecen otros en los que otra vez somos fértiles, en los que volvemos encontrar sentido a lo cotidiano, en los que el aire se respira liviano y el viento refresca la cara.
Hay días y días. Mi experiencia es que de los malos o tristes, siempre se sale.

6 de noviembre de 2009 17:14

lunes, 2 de noviembre de 2009

Ahora


La Noticia


La taza es grande y blanca. Está llena de café con leche y en la superficie flota un islote de espuma inmaculada. Descargo el azúcar del sobrecito que se sumerge como si se hubiera abierto una grieta sísmica en la corteza del islote. Revuelvo.
El bar está concurrido y la mayoría de las mesas ocupadas por personas solas que leen el diario o revisan papeles. Otros, que si  comparten la mesa, charlan.  Es un  día de semana y abundan las corbatas y los maletines. Trajes comunes, de oficina, que denotan el ajetreo de una mañana tribunalicia.
De pronto, llegó al bar  un señor atildado. Caminó por el pasillo de entrada hasta el fondo del  salón. No ocupó ninguna mesa.  Se quedó parado  junto a una columna,  miró a los demás parroquianos como si buscara a alguien.  Tomó un diario y se acodó en una de esas barras en las que, en vez de sillas, hay taburetes altos.
Sin sentarse pidió un café y una medialuna. Mientras esperaba, se puso a tomar notas en unas fichas que sacó del bolsillo. Seguramente era abogado.
Como les dije, era un señor atildado. Cuando sea viejo me gustaría ser  como él , pienso ¡ Qué loco! Cuando uno era chico quería ser bombero, tractorista o superheroe ¡Ahora quiero ser un señor atildado!
Tiene un traje azul impecable. Ni una sola arruga. Pelo blanco,  bastante completo y peinado a la gomina con raya al costado. Lleva lentes sin marco. A pesar de su edad, que debe superar los sesenta y cinco, se nota que se ocupó de broncearse.
Toma el café, siempre parado, mientras pone su brazo  atrás, de manera que el reverso de su palma y todo el antebrazo apoyan en su cintura. Sonríe,  y a pesar de que no habla ni se mueve demasiado,  se lo nota enérgico. 
Yo sigo tomando el café con leche. Del islote, sólo quedan algunos globitos flotando a la mitad de la taza. El Señor Atildado recibe a su comensal que entra apurado y se disculpa por la tardanza. Es un joven,  de unos treinta años. Lleva puesta una camisa azul y  un jean con cinturón de cuero crudo. Tiene el pelo corto y un poco desprolijo. También está bronceado.
 El Señor Atildado le hace un gesto amable indicándole una mesa.  Eligen una cercana a la mía. Puedo ver de espaldas al comensal, y en frente, el Señor Atildado.  
Me queda solo una tostada y casi nada de café con leche.  Prolijamente distribuyo la manteca sobre la tostada para luego cubrirla con mermelada de durazno.  Lo que queda del café espera a terminar los últimos bocados. Miro el interior de la taza .  Ya no hay islote, ni espuma. Sólo un líquido beige que hasta altura no está ni siquiera tibio.
Preocupado por  administrar el fondo de café y la última tostada, me distraje del Señor Atildado y su comensal. Cuando reanudo mi observación, me encuentro con la cara desencajada del Señor Atildado. Repentinamente ha perdido el bronceado, los lentes sin montura están ahora sobre la mesa. Se refriega los ojos  en forma circular con las palmas de ambas manos.  Se ve que antes pasó esas mismas manos por su pelo,  que ya no muestra la prolija raya al costado, sólo un vestigio.  Sus ojos están rojos y a punto de estallar. Se lo ve encorvado, vencido y perdida su mirada en el pocillo de café.


Siempre hay un Arriba y un Abajo


miércoles, 28 de octubre de 2009

Quiero contar un cuento

Quiero contar un cuento, como aquellos que me contaban de chico. Como las historias que más grande leía solo, de esas en las que te metes de a poco y de pronto estás adentro. En las que deseabas la venganza del Conde como propia o que el hombrecito del azulejo burlara a la muerte, como si fuera tu amigo.
Quiero navegar sobre un río de imágenes. Contar del roce de un remo sobre el agua quieta y del bote que se desliza en su propia estela. Quiero mostrar la libustrina que en vez de cerco podado, crece salvaje. Quiero poner al sol en un libro para que lo sientan otros. Emular "La Creación Grande" en una creación propia. Quiero contar un cuento...

lunes, 26 de octubre de 2009

Laberintos Espontáneos

Laberintos espontáneos. Dibujados con tinta.  
Laberintos que uno crea. Libres como las palabras.  
Historias, dibujos , juegos. Razones y Sinrazones. 
Tinta que pinta  renglones. Que se desborda y que fluye . 
Cuadernos hechos a mano que siguen , siguen y siguen...